«Vivimos en la edad de la construcción ligera y de la “desmaterialización”, entendiendo por tal la disminución del material utilizado por unidad de potencia funcional, de capacidad de producción o de volumen ocupado. La arquitectura de hoy debe tomar conciencia de los imperativos del arte del hombre que la crea. Repartir cargas, distribuir esfuerzos, reducir momentos, sacar la máxima utilidad de la materia: tales son las tendencias que condicionan, cada día más, el trabajo de arquitectos e ingenieros… Z.S. Makowski, Steel space structures (1964)»
La madera es un excelente material estructural: a su levedad –el peso de las coníferas se sitúa alrededor de 450 kg/m3 – se añade su capacidad de trabajar a compresión, tensión y flexión. Se puede afirmar que la madera, desde un punto de vista estructural, es un material tan eficiente (relación entre la capacidad de carga y peso propio) como el acero. No obstante, la madera, a diferencia del acero, cuando está solicitada con cargas permanentes importantes se “cansa”. En esto es similar al cuerpo humano y es el peaje que tiene que pagar por ser un material de origen orgánico. Históricamente, la principal dificultad técnica para construir en madera ha sido la altura y no la luz.Sólo a partir de la aparición de nuevas técnicas constructivas, tales como los paneles contralaminados de madera, se han podido hacer con seguridad edificios de viviendas de cinco plantas o más con estructura de madera. Cuando la madera es sometida a cargas permanentes de cierta importancia tiende a deformarse, comportamiento que puede observarse en techos antiguos que poco a poco han cedido a lo largo del tiempo La madera, sin embargo, es un material idóneo para construir las estructuras de las cubiertas.
En general el peso propio de una cubierta es pequeño, y las sobrecargas de viento o nieve a que puede estar sometida nunca pueden ser consideradas como permanentes. La estructura de cubierta más utilizada ha sido la cercha. Su concepción fue evolucionando a lo largo del tiempo a partir de distintas premisas: adaptación de la forma de la cercha a las vertientes de la cubierta, triangulación interna con barras para ser estable, así como una organización adecuada de las citadas barras para trabajar principalmente a comprensión o tensión. Muchas de las cerchas de edificios antiguos tienen barras redundantes, es decir, que en realidad no trabajan, porque no existían sistemas de cálculo que permitieran determinar el comportamiento real de dichas estructuras.
Hay que hacer constar asimismo el ingenio y la eficiencia con que los carpinteros resolvían las encajaduras entre barras, basándose tan sólo en la geometría, con el objeto de que las cargas se pudieran transmitir de una barra a la otra sin necesidad de emplear conectores de hierro en las uniones. El concepto de una estructura de cerchas de madera está claro: elementos estructurales planos (las cerchas) apoyándose sobre una estructura vertical (pilares o muros) y conectados entre sí con las correas y el resto de la subestructura del revestimiento de la cubierta.
Texto de: Jaume Avellaneda, Robert Brufau i Jordi Claret
Visto en: www.dataae.com
19:00- 8 Agosto- por admin